lunes, 5 de septiembre de 2011

Extra 1 -Alice POV


-Despierta, dormilona... -susurró su voz en mi oído con dulzura y calidez.

Gemí y me tape la cara con la sábana. Se echó a reír y me abrazó.

-¿No quieres ir a Las Vegas? -preguntó con sus labios sobré mi oído, recorriendo la curva debajo de él, por mi mandíbula hasta llegar a mis labios. Acarició mi piel desnuda desde mi hombro hasta mis muslos. Un escalofrío eléctrico acompañó a su mano, al igual que las mariposas que siempre flotaban en mi vientre.

Suspiré y abracé su torso, pegándome a él lo más posible.

-Tengo ganas de quedarme un rato aquí... -murmuré con un bostezo.

-Hm... Tú siempre despiertas antes que yo cuando estamos en clases y ahora que son vacaciones me abandonas -se quejó.

-Tú quisiste desvelarte -respondí, girándome para abrazar una almohada, ocultando mi evidente rubor.

Se echó reír y me abrazó por detrás. Mi piel se erizó cuando me estrechó contra él.

-No puedo evitarlo todas las noches. Lo siento -dijo besando mi cuello.

miércoles, 15 de junio de 2011

Epílogo.- Cinco años después...


—No lo puedo creer. Cómo es que tú te vas a casar y yo aún estoy soltera —no paraba de reclamar Irma mientras entre mi madre y la tía Mary me acomodaban el vestido blanco y esponjoso, que al fin podía llenar en los lugares correctos.
—Eso es porque no hay quien te soporte, querida —le dijo la tía Mary entornando los ojos.
Mi madre y yo nos echamos a reír mientras Irma se daba la vuelta ofendida.
—La limusina está afuera, lista para recibir a la novia —dijo Rachel, que se veía preciosa enfundada en su vestido rosa. Ella iba a ser la madrina más espectacular de la historia—. Te ves hermosa, Al.
Se le humedecieron los ojos al igual que a mi madre y a mí.

lunes, 13 de junio de 2011

Capítulo 16.- Decisión final (último capítulo)

El sábado llegó como una maldición. Me había prometido a mí misma divertirme y olvidar, pero mientras más lo deseaba más ocurría lo contrario. Para cuando Rachel terminó de encargarse de mis arreglos para el baile, yo sentía que me iba a echar a llorar de solo imaginar a quien podría llevar Martin al baile. En toda esa semana no había hablado conmigo más que cuando yo le dirigí la palabra para decir “hola” y “adiós”.
—Te ves… —dijo Daniel, fingiendo quedarse sin palabras. Me forcé a sonreír.
—Gracias.
—De verdad, estás preciosa.
Asentí.
—¿Nos vamos? —pregunté.
Nos iríamos en el auto de la madre de Austin, ya que él había insistido en llevar a Rachel al baile y Daniel no creyó que fuera buena idea llevar la moto porque Carina no se animaba a prestarle el auto.
—Claro —dijo Austin, abrazando la cintura de Rachel, a quien veía estupefacto.

sábado, 11 de junio de 2011

hoooooooooola!!

Bueno, pues el que viene es el último capítulo ): pero aún falta el epílogo y un extra de cuatro partes ^^ además de que, para aquellos a los que les gustó mucho, podrán leer el primer capítulo de la versión Martin de esta misma historia, que será publicado después de la última parte del extra ^^ y será entonces cuando llevaré a cabo una pequeña encuesta para saber si les gustaría que la versión Martin sea llevada a cabo por completo... Ya me dirán cuando sea el tiempo XD por ahora sólo les quería dejar dicho esto!

En la semana que viene ya publicaré el capítulo 16, sólo sean pacientes ^^

Si quieren decirme algo sólo tienen que comentar, siempre respondo (:

Y bueno, por último: GRACIAS POR LEEREMEEEEEEEEE!!! :D

ahora sí, me retiro...

un beso, atte. Ale Gorrito

miércoles, 8 de junio de 2011

Capítulo 15.- En la guerra y en el amor, todo se vale...

Mis días sucedían a un ritmo rápido. No me aburría un solo segundo. En la escuela Martin estaba a mi lado, pero en un estricto plan de amigos por mi parte, aunque el siempre me decía cosas tiernas, convenciéndome de regresar. Me alejaba del resto de las personas, pero no servía de nada. Siempre estaba acompañada por mis amigos de siempre, como si nada hubiera cambiado, a excepción de que ahora no tenía ningún derecho sobre Martin y las chicas se amontonaba y revoloteaban a su alrededor.
Mientras tanto en casa estaba con Daniel, de vez en cuando me recogía en la escuela e íbamos juntos a casa o a ensayos de su banda con los chicos. Mi madre se portaba fría y cortante. Detestaba esa parte suya, pero Daniel parecía no darse cuenta de su comportamiento. Era tan distraído que a veces que costaba creer que era mayor que yo, a pesar de que él siempre decía que yo era la inmadura —y de que a veces de verdad creía que yo era menos madura—; de cualquier manera yo veía algo en sus ojos, algo diferente a su actitud de chico de primaria. Siempre que miraba sus serenos ojos verdes, casi imperturbables, tenía la certeza de que el comprendía las cosas a un grado mucho más avanzado que y, aunque no lo demostrara.
El paso del tiempo nos condujo inevitablemente al diecinueve de enero, el día en que Daniel cumplía los dieciocho años de edad finalmente.

domingo, 5 de junio de 2011

Capítulo 14.- Respira, sólo respira...

Lloré en todo el trayecto de la escuela a mi casa y cuando llegué corrí escaleras arriba y me hundí en mis almohadas.
Y solo eso hice, llorar hasta que mis ojos quedaron hinchados y rojos. Mis sollozos no se escuchaban más y sentía un vacío terrible, como un agujero negro en el estómago, donde antes habían estado muchas mariposas revoloteando.
También sentía un peso enorme en el pecho, sentía que si me levantaba sería incapaz de caminar derecha.
En las películas las chicas siempre comen helado… Quizá sirva… me recomendó la triste voz loca.
Me levanté, encorvada—como supuse que estaría—y caminé hacia la nevera para ver si había algo de helado. Para mi gran suerte, sí había un poco de helado de chocolate.
Estaba a dos días de caducar, pero ¿a quién le importaba? Si me enfermaba al menos tendría una excusa para faltar a clases. Al imaginar esa posibilidad comí el helado con más entusiasmo.
Me dirigí a la sala y prendí el televisor para ver cualquier cosa que me distrajera de mi situación…

martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 13.- Esto es como ir en retroceso...

Regresamos de México el jueves veinticuatro de diciembre.
Las vacaciones siguieron su curso con pequeñas discusiones, pero al menos Martin cumplió su promesa de no pelear con Daniel, aunque tampoco era como si yo hubiera dejado las cosas al azar. Me adueñé de su tiempo, lo cual, siendo sincera, no era algo difícil de hacer tomando en cuenta que ambos disfrutábamos de nuestra compañía.
—¿Lista para la cena?—me preguntó mi madre a través de la puerta de mi cuarto—No queremos hacer esperar a la familia Hogan.
Era finalmente treinta y uno de diciembre y la familia de Martin había invitado a la mía a festejar el año nuevo. Mis tíos y tías, primos y primas, además de mis abuelos, estaban invitados. Todos se habían quedado en casa desde el veinticinco de diciembre. Nos habríamos quedado todos en la casa de mi tío Ben, que era mucho más grande y tenía cuartos suficientes para que al menos fuesen cuatro—o máximo cinco—personas por cuarto, pero mi madre abrió su gran boca sobre mi relación con Martin, así que la abuela Claire se empeñó en conocer a mi “futuro esposo”, por lo que hubo cambio de planes y todos se trasladaron a Orlando, en lugar de California, donde mi tío Ben vivía con su esposa, la tía Angeline y mis primos, Chad—de diez años—y Wendy—de once.
—Date prisa, Alice, no queremos hacer esperar a tu novio—dijo Chad en tono burlón, con quien estaba compartiendo cuarto, además de Wendy, Sacha, Irma, Andy y Jake, mis otros primos por parte de otros tíos.
Irma y Sacha eran hijas de la tía Mary. Andy—el más joven de todos los primos con solo ocho años—era hijo del tío Bernie y la tía Trudy—ella fue quien me regaló los tenis—, Jake era hijo del tío Donald y la tía Claudia.
Mis tíos durmieron apretados en la habitación de mi madre, mientras que los abuelos—Noa y Claire—se quedaron muy cómodos en la habitación de huéspedes. Acordamos que sería así porque eran los más viejos, aunque nunca hicimos esa separación en la casa del tío Ben, lo que se me hizo injusto ya que fue idea de la abuela y ahora por su culpa estaba compartiendo habitación con Chad y Andy, quienes manoseaban, desordenaban y sacaban mi ropa interior de su lugar.

domingo, 29 de mayo de 2011

Capítulo 12.- ¿Dónde está mi dignidad? Ah, sí... En Orlando, supongo.

Desperté con la poca luz que se colaba a través de las cortinas cerradas y vi que estaba totalmente sola. La cama de Rachel estaba hecha y había una nota sobre una de las almohadas, decía:
Alice, no quise despertarte. Salí a recorrer la ciudad con Austin. ¿Puedes creerlo? ¡Me invito y está buenísimo! En fin, nos vemos después. Hay comida en el cuarto, cortesía de servicio a la habitación. Los padres de Martin están en la playa y su número está al final de la hoja, por si necesitas algo. Te quiero y nos vemos. Deséame suerte con el chico… Besos. Atte. Rachel
Suspiré después de haber leído la nota. ¿Ahora qué?
Salté hasta el carrito de comida que estaba a un metro de mi cama y comí lo más rápido que podía. Después, sabiendo que no podría hacer nada con mi tobillo aún doliendo, tomé el teléfono que estaba en la mesita de noche y marqué a la habitación de Martin.
—¿Hola?—contestó la voz de Carlos.
—Hola, soy Alice.
—¡Ah! ¿Qué hay?—me preguntó con voz aguda. Puse cara rara por el nerviosismo en su voz, aunque sabía que no podía verme.
—¿Qué te pasa? Te escuchas raro—le pregunté.
—Nada… Es que acabo de despertar y… en las mañanas siempre tengo mucha energía—dijo con rapidez.
—Hm… Está bien. ¿Y de casualidad está Martin?—le pregunté, decidiendo que sus cosas no eran mi problema.
—No… es decir, sí. Es que salió—me contestó inseguro.
Fruncí el entrecejo y entrecerré los ojos con sospecha.
—Aja… ¿A dónde salió?
—Al baño.
—Tienen baño en su habitación, Carlos.
—Me refiero a que se está bañando, no salió, solo se está bañando.
—¿Entonces está bien si voy a visitarlos?—le pregunté, casi como si fuera un reto, aprovechándome de que él no sabía que no podía hacerlo debido a mi tobillo.
—¡No! Es que… estamos desnudos. Sí, eso es—dijo casi con alivio.
—Tú y Martin están desnudos en un cuarto—dije echándome a reír.
—¿Qué? ¡No! ¡¿Qué cosas dices?!—gritó alejándose del auricular.
—Tranquilízate, solo deja de inventar cosas y dime qué ocurre—le dije respirando profundo y dejando de reír.
—Lo siento, tengo que irme ahora—dijo de repente—. Te veo luego, Al.
—¿Qué? No, espera—intenté decir, pero ya había colgado.
¿Qué está pasando?

sábado, 28 de mayo de 2011

Capítulo 11.- No me esperaba esto ni en un millón de años...

Los días pasaron. Pasó mi cumpleaños y el de Martin, que celebramos con una pequeña reunión en la mansión de Martin en compañía de Rachel, Alex, Helen—no tuve opción—, Austin, Irving, Carlos, mamá, los padres de Martin y algunos chicos de nuestro salón.
Pasó septiembre, octubre y finalmente llegó diciembre con sus días festivos y vacacionales.
El tiempo había pasado lentamente, a diferencia de las primeras tres semanas de clases. Las situaciones cambiaban con facilidad de un día a otro; supongo que eso es parte de la adolescencia.
En cuanto al resto de las cosas todo seguía de manera normal y mis sentimientos no habían cambiado demasiado, pero supuse que era natural, ya que a quien alguna vez quisiste tanto—me refiero a Alex—no se olvida de la noche a la mañana. En lo que a Martin se refería, ya lo quería demasiado, tanto como alguna vez llegué a querer a Alex y eso me hacía feliz, porque cada día que pasaba lo quería más.
Respecto a esos dos chicos, ambos me querían y no se soportaban, y ambos me lo hacían ver cada vez que tenían la oportunidad de decírmelo. Yo, por supuesto, estaba neutral, y eso les molestaba, mas no se enojaban conmigo, porque eran incapaces, por alguna razón.

Capítulo 10.- La felicidad en el amor es algo difícil de alcanzar, sobre todo si se quiere a más de una persona...

Vi un ligero resplandor a través de mis parpados y me estiré para espabilarme. Bostecé y abracé la almohada una vez más, luego recordé que debía de hacer ese día, así que abrí los ojos de golpe y miré a mí alrededor.
         Estaba claro, pero aún era muy temprano. Miré al reloj, eran las ocho de la mañana. Me había despertado demasiado temprano para ser un domingo, pero al menos había dormido tan tranquilamente como un bebé.
         Suspiré y me levanté.
         Me dirigí al baño. Ya le había dicho a mi madre que iba a salir desde el día anterior, así que no me molesté en despertarla.
         Me desvestí lentamente en el baño, como si me estuviera preparando para ir a un funeral, y probablemente me preparaba para el funeral de la tan apegada amistad que tenía con Alex hasta entonces.

viernes, 27 de mayo de 2011

Capítulo 9.- Haciendo recuerdos felices

A la mañana siguiente me desperté a las seis para que me diera tiempo de todo. Decidí usar una playera ligera de manga corta, blanca y ligeramente entallada, y un pantalón entubado. Además me puse los tenis blancos, los que usé el primer día.
Me miré en el espejo por última vez, después de que cepille mi cabello y me lavé los dientes. Observé el reloj de mi habitación, eran las siete y Martin acostumbraba llegar siempre una hora antes de lo que había dicho. Miré el cielo a través de la ventana de mi cuarto mientras esperaba, estaba oscuro porque aún estaba el horario de verano.
El timbre sonó a las siete con cinco minutos.
Bajé corriendo. Estaba ansiosa.
Abrí la puerta con una sonrisa en el rostro.

jueves, 26 de mayo de 2011

Capítulo 8.- Y yo que pensé que era madura...

—Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor—le rogué a Martin durante la mañana del martes, después de una noche de poco sueño por mi aprensión a la plática de Martin y Alex el día anterior.
—No si no me cuentas cuál fue tu sueño—me dijo pellizcando mi mejilla como si fuera una niña pequeña.
—Martin… cualquier otra cosa, pero eso no—le dije con decisión.
Se quedó callado un segundo, mientras pensaba mejor las cosas.
—Hm… ¿Cualquier otra cosa?—me preguntó una vez más, alzando las cejas.
—Sin exagerar—le dije entornando los ojos.
—¿Qué te parecería…? No lo sé… quizá ¿un pequeño… pequeñísimo besito?
Alcé una ceja, escéptica.
—No.
—Anda, uno chiquito…
—No, no, no y mil veces no—le dije cortante.
—Por favor—era increíble, ahora era él quien rogaba.
—Nop—le dije ahora pellizcando yo su mejilla y sonriendo.
Todo esto era ridículo.
—¿Y si te lo robo?—me preguntó con media sonrisa y ojos pícaros.
—Entonces sufrirás una cachetada muy, muy fuerte—le mentí. Como si hubiera forma de resistirme a la sensación después de lo del viernes. Era físicamente imposible.

martes, 24 de mayo de 2011

Capítulo 7.- ¿Por qué si la vida me da limones, me empeño en hacer naranjada?

El lunes por la mañana estaba nerviosa. En poco tiempo me encontraría con Martin y seguro intentaría hacer algo como besarme, o lo que fuese, y seguro yo estaría dispuesta a devolverle el beso en el momento en que él me tocara por el simple hecho de que la sensación que me producía su cálida piel era eléctrica, irresistible.
Sería difícil lidiar con eso si él insistía, pero si no lo hacía solo sería cuestión de ignorar la sensación cada vez que lo tocara.
Al menos tenía a la voz de la sensatez para ayudar a controlarme si era necesario. Solo hacía falta que me recordara una palabra: Alex.
Salí del baño y me vestí con una camisa blanca de manga de tres cuartos, de cuello en “v” y un pescador de mezclilla azul oscuro. También me puse los tenis negros que usé el primer día.
Al momento de salir de la casa me temblaban las piernas. Me sentía como si estuviera a punto de cantar en público, ya que es una característica mía tener ataques de pánico escénico.
Respiré hondo al dar la vuelta en la esquina cerré los ojos. Luego los abrí y lo vi sentado, esperándome. Se paró de donde estaba y se acerco a mí con los brazos abiertos y sonriendo, como si fuera a abrazarme…

jueves, 21 de abril de 2011

Capítulo 6.- Justo cuando pensé que las cosas no podían estar mejor...

Me desperté temprano en la mañana, aproximadamente a las ocho. Me levanté y fui a ver si mi madre estaba en su cuarto.
Estaba dormida aún con la ropa de trabajo. Debía haber llegado tarde.
Fui al baño y de paso me observé el cuello en el espejo. Todo lo rojo había desaparecido.
Tomé un baño y lavé mis dientes. Me vestí con la ropa que usaba siempre para estar en casa, con un pantalón de mezclilla entubado y viejo y una camisa de color blanco y sin mangas que me quedaba muy floja.
Decidí que era hora de lavar mi ropa, así que fui a mi habitación y tomé el bote de la ropa sucia, luego me encamine hacía el cuarto de lavado y separe los colores claros de los oscuros.
Mientras esperaba a que saliera la primera carga de ropa fui a desayunar algo. Mamá bajo las escaleras cuando yo estaba terminando mi comida.
—Hola, Al. ¿Cómo te fue ayer con lo del proyecto?—me preguntó mientras se preparaba un café.
—Ah… Bien, terminamos todo.
—Que bien. Por cierto, tu amigo Martin, es muy guapo—me dijo alzando las cejas mientras le daba un trago a su café.
—Sip, trae a todas las chicas de la escuela locas junto con Alex—le dije sonriendo.
Ella soltó una ligera y despreocupada carcajada.
—Cierto, ese Alex también es un guaperas.
Sonreí.
Me levanté de la mesa y dejé mi plato en el fregadero.
—Alice ¿a ti que chico te gusta?—me preguntó repentinamente mi madre.

miércoles, 20 de abril de 2011

Capítulo 5.- Es increíble como algunas partes de mí cambian de opinión...

El sonido de mi alarma me despertó a las seis de la mañana. Me levante y fui al cuarto de mi madre. Ella estaba acostada aún con la ropa con la que había salido ayer a las seis. Me acerqué y la tapé con la cobija. Activé su alarma para que la despertara a las ocho porque a las nueve tenía que estar en la escuela donde trabajaba.
Fui al baño y me lavé los dientes y la cara, luego volví al cuarto de mamá y busqué algo de ropa. Él día era soleado y caluroso, así que elegí una blusa color amarillo y sin mangas y una mini falda de mezclilla. La mini falda no me quedaba muy corta así que decidí que no necesitaba mallas—solo me puse un blúmer—, además serviría para broncearme un poco, ya que últimamente estaba muy pálida para vivir en Orlando.
Me di una última mirada en el espejo, todo estaba bien a excepción de mi cabello que como siempre estaba hecho una maraña. Al menos había intentado cepillarlo.
Salí de la casa escuchando mi iPod y con la chamarra de Alex en el brazo. Estaba recordando como actuaría con Martin, en el plan que había formulado escuchando a las dos vocecitas de mi cabeza.
Actúa normal, pero deja todo claro. Actúa normal, pero deja todo claro… me repetía a mi misma constantemente. No es que fuera muy aprensiva, pero trataba de apegarme a mi plan, ya que la mayoría del tiempo me pasaba que, hacía los planes y en el momento de llevarlos a cabo me dejaba llevar por la emoción de la situación y terminaba, o improvisando, o modificando absolutamente todo mi plan.
Llegué a la parada del autobús y, como casi toda la semana anterior, Martin ya me esperaba; tenía expresión preocupada y de culpa. No pude evitar rechinar los dientes al verlo.
Al menos se nota que se arrepiente.

Capítulo 4.- A veces uno se da cuenta de que su situación no es tan terrible...


Me desperté a las ocho de la mañana. Estaba ansiosa porque Rachel llegaría pronto.
Desayuné, en compañía de mi madre.
—Ah… mamá, por cierto ¿si recuerdas que dentro de un rato llegará Rachel?
—¿Aja?—me dijo mientras tomaba un trago de jugo de naranja.
—Bueno, es que planeábamos salir—le dije, insegura sobre lo que me preguntaría.
—¿A dónde piensan ir?—me dijo tranquila.
—Pues, al cine—dije con indiferencia, tratando de ocultar el nerviosismo de mi voz.
—Hm… ¿Y van a ir ustedes solas?—¿Por qué tiene que preguntarme eso? Pensé.
—No, de hecho un chico de mi escuela que conoce a Rachel nos invitó—mentí.
—¿Y tú lo conoces?—me preguntó.
—Sí… va en el mismo salón que yo.
—¿A qué hora salen?
—A las ocho.
—Está bien—dijo después de pensarlo un momento—. Solo cuídate mucho.
Suspiré. Lo peligroso había pasado ya… En ese momento sonó el timbre. Me levanté de la mesa y puse mi cuchara y mi plato en el fregadero. Fui a abrir la puerta.
—¡Hola!—me dijo Rachel mientras me abrazaba—¡Te he extrañado mucho, mucho, mucho, mucho, muchoooo…!

martes, 19 de abril de 2011

Capítulo 3.- Vamos a ver...

Al día siguiente, después de bañarme fui al vestidor y elegí a conciencia mi ropa, sabiendo que iba a pasar el receso con Alex. Al menos le iba a dar competencia a la zorra.
Era poco lo que tenía, pero elegí una playera azul marino entallada y unos pantalones cortos de mezclilla. Luego de vestirme fui al espejo para ver si podía hacer algo con mi peinado. Definitivamente era una batalla perdida, como lo había sido toda mi vida. Mi cabello siempre ha sido indomable. Lo tenía muy largo. Quizá ya va siendo tiempo de que me lo corte, pensé. Opté por cepillarlo; al menos mientras estuviera húmedo se vería lacio y peinado.
Me despedí de mi madre y camine hacia  la parada del autobús. Era miércoles, el tercer día desde que entre a la prepa.
El miércoles era mi día favorito de la semana porque estaba en medio de todos los demás días. Quien iba a decir que mi día favorita de la semana, sería el primer día de mi sufrimiento.
Al doblar en la esquina, para esperar al autobús, me sorprendió ver a Martin esperándome.

lunes, 18 de abril de 2011

Capítulo 2.- ¿No estaría mal tener amigos?

Esa misma noche, hable con Rachel. Platicamos sobre como había sido nuestro primer día de clases.
—No puedo creerlo—me dijo después de que lo comenté lo de Martin—, así de directo es el chico. ¿Qué no tiene vergüenza?
Nos carcajeamos porque sonó como abuelita.
—Y dime—dijo después de habernos calmado—. ¿A ti no te gusta para nada?
—Rachel—le dije en tono de clara desaprobación—, como podría pensar siquiera en eso, si estoy aún suspirando por Alex.
—Hay amiga, no sabes como me duele escuchar eso, me siento terrible por no haber estado contigo hoy…
—No te preocupes, de todas maneras es algo a lo que me tenía que enfrentar sola—se me quebró la voz en la última palabra por la tristeza que me producía el encontrarme literalmente tan sola.
—Pero tampoco es que tengas que estar así. Yo se que no estas bien emocionalmente pero, ese hecho no significa que no puedas empezar de nuevo—me dijo algo insegura, supuse que por la reacción que esperaba que yo tuviera.
—¿A que te refieres?—le pregunté.
—Bueno—prosiguió—, ese chico, Martin ¿es apuesto?

Capítulo 1.- Mi cruel vida

Y vi mi fin acercarse… con cada centímetro que la luz venía hacia mis pies, que me exponía ante quien intentaba hacerme daño, entonces la luz se incremento hasta segarme y todo se volvió blanco, de repente desperté y me di cuenta de que solo era otra de mis pesadillas.
Pero no había pesadilla que se comparara con mi realidad.
Me llamo Alice Miller, mido 1.62, soy delgada—un poco flaca y plana—, de tez clara—más bien pálida—, cabello castaño claro, largo, ondulado—aunque más bien rebelde—y ojos casi negros.
Digamos que al momento de despertar de mi “thriller” me di cuenta de que, a pesar de ser un sueño bastante aterrador —producto de poca imaginación pero si muchas películas de terror—lo prefería infinitamente, sabiendo que era mejor sufrir eso, que a fin de cuentas era menos doloroso, que lo que sentía mi corazón en ese momento.
Me quedé despierta hasta que sonó el despertador, anunciando que eran las cinco y media de la mañana y que debía de pararme, darme una ducha, vestirme—por primera vez en mi vida sin necesidad de un uniforme para ir a la escuela—e ir a mi primer día de preparatoria.