martes, 31 de mayo de 2011

Capítulo 13.- Esto es como ir en retroceso...

Regresamos de México el jueves veinticuatro de diciembre.
Las vacaciones siguieron su curso con pequeñas discusiones, pero al menos Martin cumplió su promesa de no pelear con Daniel, aunque tampoco era como si yo hubiera dejado las cosas al azar. Me adueñé de su tiempo, lo cual, siendo sincera, no era algo difícil de hacer tomando en cuenta que ambos disfrutábamos de nuestra compañía.
—¿Lista para la cena?—me preguntó mi madre a través de la puerta de mi cuarto—No queremos hacer esperar a la familia Hogan.
Era finalmente treinta y uno de diciembre y la familia de Martin había invitado a la mía a festejar el año nuevo. Mis tíos y tías, primos y primas, además de mis abuelos, estaban invitados. Todos se habían quedado en casa desde el veinticinco de diciembre. Nos habríamos quedado todos en la casa de mi tío Ben, que era mucho más grande y tenía cuartos suficientes para que al menos fuesen cuatro—o máximo cinco—personas por cuarto, pero mi madre abrió su gran boca sobre mi relación con Martin, así que la abuela Claire se empeñó en conocer a mi “futuro esposo”, por lo que hubo cambio de planes y todos se trasladaron a Orlando, en lugar de California, donde mi tío Ben vivía con su esposa, la tía Angeline y mis primos, Chad—de diez años—y Wendy—de once.
—Date prisa, Alice, no queremos hacer esperar a tu novio—dijo Chad en tono burlón, con quien estaba compartiendo cuarto, además de Wendy, Sacha, Irma, Andy y Jake, mis otros primos por parte de otros tíos.
Irma y Sacha eran hijas de la tía Mary. Andy—el más joven de todos los primos con solo ocho años—era hijo del tío Bernie y la tía Trudy—ella fue quien me regaló los tenis—, Jake era hijo del tío Donald y la tía Claudia.
Mis tíos durmieron apretados en la habitación de mi madre, mientras que los abuelos—Noa y Claire—se quedaron muy cómodos en la habitación de huéspedes. Acordamos que sería así porque eran los más viejos, aunque nunca hicimos esa separación en la casa del tío Ben, lo que se me hizo injusto ya que fue idea de la abuela y ahora por su culpa estaba compartiendo habitación con Chad y Andy, quienes manoseaban, desordenaban y sacaban mi ropa interior de su lugar.

domingo, 29 de mayo de 2011

Capítulo 12.- ¿Dónde está mi dignidad? Ah, sí... En Orlando, supongo.

Desperté con la poca luz que se colaba a través de las cortinas cerradas y vi que estaba totalmente sola. La cama de Rachel estaba hecha y había una nota sobre una de las almohadas, decía:
Alice, no quise despertarte. Salí a recorrer la ciudad con Austin. ¿Puedes creerlo? ¡Me invito y está buenísimo! En fin, nos vemos después. Hay comida en el cuarto, cortesía de servicio a la habitación. Los padres de Martin están en la playa y su número está al final de la hoja, por si necesitas algo. Te quiero y nos vemos. Deséame suerte con el chico… Besos. Atte. Rachel
Suspiré después de haber leído la nota. ¿Ahora qué?
Salté hasta el carrito de comida que estaba a un metro de mi cama y comí lo más rápido que podía. Después, sabiendo que no podría hacer nada con mi tobillo aún doliendo, tomé el teléfono que estaba en la mesita de noche y marqué a la habitación de Martin.
—¿Hola?—contestó la voz de Carlos.
—Hola, soy Alice.
—¡Ah! ¿Qué hay?—me preguntó con voz aguda. Puse cara rara por el nerviosismo en su voz, aunque sabía que no podía verme.
—¿Qué te pasa? Te escuchas raro—le pregunté.
—Nada… Es que acabo de despertar y… en las mañanas siempre tengo mucha energía—dijo con rapidez.
—Hm… Está bien. ¿Y de casualidad está Martin?—le pregunté, decidiendo que sus cosas no eran mi problema.
—No… es decir, sí. Es que salió—me contestó inseguro.
Fruncí el entrecejo y entrecerré los ojos con sospecha.
—Aja… ¿A dónde salió?
—Al baño.
—Tienen baño en su habitación, Carlos.
—Me refiero a que se está bañando, no salió, solo se está bañando.
—¿Entonces está bien si voy a visitarlos?—le pregunté, casi como si fuera un reto, aprovechándome de que él no sabía que no podía hacerlo debido a mi tobillo.
—¡No! Es que… estamos desnudos. Sí, eso es—dijo casi con alivio.
—Tú y Martin están desnudos en un cuarto—dije echándome a reír.
—¿Qué? ¡No! ¡¿Qué cosas dices?!—gritó alejándose del auricular.
—Tranquilízate, solo deja de inventar cosas y dime qué ocurre—le dije respirando profundo y dejando de reír.
—Lo siento, tengo que irme ahora—dijo de repente—. Te veo luego, Al.
—¿Qué? No, espera—intenté decir, pero ya había colgado.
¿Qué está pasando?

sábado, 28 de mayo de 2011

Capítulo 11.- No me esperaba esto ni en un millón de años...

Los días pasaron. Pasó mi cumpleaños y el de Martin, que celebramos con una pequeña reunión en la mansión de Martin en compañía de Rachel, Alex, Helen—no tuve opción—, Austin, Irving, Carlos, mamá, los padres de Martin y algunos chicos de nuestro salón.
Pasó septiembre, octubre y finalmente llegó diciembre con sus días festivos y vacacionales.
El tiempo había pasado lentamente, a diferencia de las primeras tres semanas de clases. Las situaciones cambiaban con facilidad de un día a otro; supongo que eso es parte de la adolescencia.
En cuanto al resto de las cosas todo seguía de manera normal y mis sentimientos no habían cambiado demasiado, pero supuse que era natural, ya que a quien alguna vez quisiste tanto—me refiero a Alex—no se olvida de la noche a la mañana. En lo que a Martin se refería, ya lo quería demasiado, tanto como alguna vez llegué a querer a Alex y eso me hacía feliz, porque cada día que pasaba lo quería más.
Respecto a esos dos chicos, ambos me querían y no se soportaban, y ambos me lo hacían ver cada vez que tenían la oportunidad de decírmelo. Yo, por supuesto, estaba neutral, y eso les molestaba, mas no se enojaban conmigo, porque eran incapaces, por alguna razón.

Capítulo 10.- La felicidad en el amor es algo difícil de alcanzar, sobre todo si se quiere a más de una persona...

Vi un ligero resplandor a través de mis parpados y me estiré para espabilarme. Bostecé y abracé la almohada una vez más, luego recordé que debía de hacer ese día, así que abrí los ojos de golpe y miré a mí alrededor.
         Estaba claro, pero aún era muy temprano. Miré al reloj, eran las ocho de la mañana. Me había despertado demasiado temprano para ser un domingo, pero al menos había dormido tan tranquilamente como un bebé.
         Suspiré y me levanté.
         Me dirigí al baño. Ya le había dicho a mi madre que iba a salir desde el día anterior, así que no me molesté en despertarla.
         Me desvestí lentamente en el baño, como si me estuviera preparando para ir a un funeral, y probablemente me preparaba para el funeral de la tan apegada amistad que tenía con Alex hasta entonces.

viernes, 27 de mayo de 2011

Capítulo 9.- Haciendo recuerdos felices

A la mañana siguiente me desperté a las seis para que me diera tiempo de todo. Decidí usar una playera ligera de manga corta, blanca y ligeramente entallada, y un pantalón entubado. Además me puse los tenis blancos, los que usé el primer día.
Me miré en el espejo por última vez, después de que cepille mi cabello y me lavé los dientes. Observé el reloj de mi habitación, eran las siete y Martin acostumbraba llegar siempre una hora antes de lo que había dicho. Miré el cielo a través de la ventana de mi cuarto mientras esperaba, estaba oscuro porque aún estaba el horario de verano.
El timbre sonó a las siete con cinco minutos.
Bajé corriendo. Estaba ansiosa.
Abrí la puerta con una sonrisa en el rostro.

jueves, 26 de mayo de 2011

Capítulo 8.- Y yo que pensé que era madura...

—Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor—le rogué a Martin durante la mañana del martes, después de una noche de poco sueño por mi aprensión a la plática de Martin y Alex el día anterior.
—No si no me cuentas cuál fue tu sueño—me dijo pellizcando mi mejilla como si fuera una niña pequeña.
—Martin… cualquier otra cosa, pero eso no—le dije con decisión.
Se quedó callado un segundo, mientras pensaba mejor las cosas.
—Hm… ¿Cualquier otra cosa?—me preguntó una vez más, alzando las cejas.
—Sin exagerar—le dije entornando los ojos.
—¿Qué te parecería…? No lo sé… quizá ¿un pequeño… pequeñísimo besito?
Alcé una ceja, escéptica.
—No.
—Anda, uno chiquito…
—No, no, no y mil veces no—le dije cortante.
—Por favor—era increíble, ahora era él quien rogaba.
—Nop—le dije ahora pellizcando yo su mejilla y sonriendo.
Todo esto era ridículo.
—¿Y si te lo robo?—me preguntó con media sonrisa y ojos pícaros.
—Entonces sufrirás una cachetada muy, muy fuerte—le mentí. Como si hubiera forma de resistirme a la sensación después de lo del viernes. Era físicamente imposible.

martes, 24 de mayo de 2011

Capítulo 7.- ¿Por qué si la vida me da limones, me empeño en hacer naranjada?

El lunes por la mañana estaba nerviosa. En poco tiempo me encontraría con Martin y seguro intentaría hacer algo como besarme, o lo que fuese, y seguro yo estaría dispuesta a devolverle el beso en el momento en que él me tocara por el simple hecho de que la sensación que me producía su cálida piel era eléctrica, irresistible.
Sería difícil lidiar con eso si él insistía, pero si no lo hacía solo sería cuestión de ignorar la sensación cada vez que lo tocara.
Al menos tenía a la voz de la sensatez para ayudar a controlarme si era necesario. Solo hacía falta que me recordara una palabra: Alex.
Salí del baño y me vestí con una camisa blanca de manga de tres cuartos, de cuello en “v” y un pescador de mezclilla azul oscuro. También me puse los tenis negros que usé el primer día.
Al momento de salir de la casa me temblaban las piernas. Me sentía como si estuviera a punto de cantar en público, ya que es una característica mía tener ataques de pánico escénico.
Respiré hondo al dar la vuelta en la esquina cerré los ojos. Luego los abrí y lo vi sentado, esperándome. Se paró de donde estaba y se acerco a mí con los brazos abiertos y sonriendo, como si fuera a abrazarme…