Me desperté temprano en la mañana, aproximadamente a las ocho. Me levanté y fui a ver si mi madre estaba en su cuarto.
Estaba dormida aún con la ropa de trabajo. Debía haber llegado tarde.
Fui al baño y de paso me observé el cuello en el espejo. Todo lo rojo había desaparecido.
Tomé un baño y lavé mis dientes. Me vestí con la ropa que usaba siempre para estar en casa, con un pantalón de mezclilla entubado y viejo y una camisa de color blanco y sin mangas que me quedaba muy floja.
Decidí que era hora de lavar mi ropa, así que fui a mi habitación y tomé el bote de la ropa sucia, luego me encamine hacía el cuarto de lavado y separe los colores claros de los oscuros.
Mientras esperaba a que saliera la primera carga de ropa fui a desayunar algo. Mamá bajo las escaleras cuando yo estaba terminando mi comida.
—Hola, Al. ¿Cómo te fue ayer con lo del proyecto?—me preguntó mientras se preparaba un café.
—Ah… Bien, terminamos todo.
—Que bien. Por cierto, tu amigo Martin, es muy guapo—me dijo alzando las cejas mientras le daba un trago a su café.
—Sip, trae a todas las chicas de la escuela locas junto con Alex—le dije sonriendo.
Ella soltó una ligera y despreocupada carcajada.
—Cierto, ese Alex también es un guaperas.
Sonreí.
Me levanté de la mesa y dejé mi plato en el fregadero.
—Alice ¿a ti que chico te gusta?—me preguntó repentinamente mi madre.